Hace unos días hablando con un amigo sobre nuestros inicios en el hobby, nos cruzamos unos cuantos WhatsApp al respecto. La nostalgia hizo aparición recordando mis inicios en el hobby, recuerdos de la infancia y la temprana juventud. Finalmente no he podido resistirme a darle forma y poner un post al respecto.
Lo que os cuento son recuerdos y sensaciones que no están necesariamente ordenados cronológicamente y están impregnados de ese aura que proporciona el paso del tiempo.
Los primeros recuerdos que tienen que ver con el modelismo vienen de jugar con los «Montaplex», no había otra cosa, compraba los “soldaillos” como le decíamos aquí, en el quiosco del barrio y en una churrería, aquellos sobres a 5 pesetas con los que nos hacíamos ejércitos y jugaba con mi hermano a las guerras, también monté mis primeros tanques, aviones y hasta un OVNI que «salía» en un sobre.
En 4º de EGB conocí e hice profunda amistad con mi amigo Antonio, su tío era viajante, (como se le decía entonces) y cuando iba a Madrid le traía maquetas de El Corte Inglés. Un día fui a su casa y cuando vi sus maquetas, las que tenia hechas y sus cajas un mundo se me abrió a los ojos, poco después un año o dos eso coincidió con el estreno de Star Wars, que se hacía con maquetas, las maquetas eran algo excepcional.
A mí en aquella época me costaba un mundo comprar una maqueta, mis orígenes son muy humildes, mi padre era albañil, mi madre ama de casa, cinco hermanos, era una familia numerosa típica de la época de la transición: no había para maquetas.
El comercio de referencia en la época era Manos, en pleno centro de Almería, cuando podía iba y miraba en el escaparate, allí tras mucho ahorro y esfuerzo un día compré mi primera maqueta como tal, el Reggiane RE.2000 Falco I de Supermodel, aquello era otro nivel, otro mundo.
En las fiestas de Viator, el pueblo de mi padre, mi abuela nos daba algo de dinero a cada uno de los nietos, mi hermano y mis primos se lo gastaban en pasteles y petardos, yo me los guardaba para comprar una maquetilla de «Congost-Revell» que costaban a 150 pesetas, tenía para casi una. Ellos no lo entendían, pero a mí me daba igual.
Comprar una maqueta era toda una aventura, era bajar de mi barrio en el extrarradio, al centro. En Bazar Almería comercio de referencia en la época, en la 3ª Planta tenían un expositor con las maquetas de Congost-Revell. Recuerdo el olor de Bazar Almeria, tenían una planta de perfumería, olía muy peculiar y muy bien. Ese olor lo tengo en mi memoria, no lo he percibido más, y cuando recuerdo aquella época me viene a la memoria.
Mi amigo Antonio tenía libros, el legendario Manual de Modelismo de Albert Jackson y David Day, muchos históricos de la Editorial San Martin, y algunos con perfiles de aviones a color, el los veía y sabia que un 109 era un 109, y un 190 un 190, yo le preguntaba como lo hacía, se me hacía increíble que de un vistazo supiera distinguirlos, y él me decía que no se esforzaba, que a base de ver libros se le había quedado en la memoria.
Poco más adelante al principio del Instituto se separaron nuestros caminos, el entro en otra fase vital y dejó el modelismo, de vez en cuando nos vemos por Almería, hablamos un rato pero por más que he intentado atraerlo al hobby, no hay forma que lo reconsidere, pasó esta página.
Ya en el Instituto, hubo otra persona que me influyo mucho, fue mi profesor de dibujo, Don José. Don José era pintor de cuadros y modelista, y era una persona que inspiraba, te daba confianza y sacaba lo mejor de ti, uno de los poco profesores que he tenido que realmente me han marcado en mi vida y en mi trayectoria personal y profesional.
Aunque siempre fui buen estudiante, en 2º de BUP tuve una época muy mala de adolescente, a punto de dejar los estudios, no aprobaba y el fue una de las personas que me dio confianza, me llevo a su casa, vi su estudio de pintura y modelismo y decidí que yo tendría otro. Puede parecer una tontería pero ese horizonte me dio fuerzas y esperanzas para seguir avanzando y trabajando.
Otra intervención crucial en aquel punto de inflexión vital fue mi padre, en ese curso me quedaron cuatro asignaturas para septiembre, en junio le dije que no quería estudiar, ni me regañó, ni me dijo nada, simplemente me dijo “pues gandules en la casa, no” y me llevo con el a la obra, estuve rejuntado azulejos en una promoción de apartamentos, tenía que hacerme uno al día, un baño y una cocina.
Era la segunda fase, y la piscina del residencial ya estaba hecha me asomaba a la terraza y veía a los niños bañarse, y yo encerrado en un cuarto a oscuras con una lampara portátil, embadurnado de cemento blanco y restregando todo el día paredes con fibra de esparto.
Al mes le dije que quería estudiar y recuperar en septiembre, solo me dijo “vale” y julio y agosto me dedique a estudiar y aprobé. Mi padre era un hombre muy sencillo, de esas personas inteligentes, la falta de oportunidades de la postguerra solo le permitió acceder a una formación muy básica. Pero era una persona de firmes convicciones, extremadamente trabajador, honrado, serio y formal. Nos dejó hace ya casi diez años, lo echo mucho de menos.
Recuperé las asignaturas y a partir de ahí mi percepción de todo cambió, volví a ir bien con los estudios y en ese verano, deje de pensar como un jovenzuelo inconsciente y tener percepción de las cosas, de la necesidad de esforzarse y progresar.
Hasta que me fui a Granada a estudiar Arquitectura Técnica, estuve haciendo maquetillas sin ton ni son, sin más contactos ni compartiendo con nadie la afición, simplemente montaba y pintaba, por aquella época llegaron los números de Modelismo & Historia a los quioscos y empecé a ver la afición con otra perspectiva y las posibilidades que proporcionaba. Pero no estaba aún preparado para dar el salto, no tenía aerógrafo ni prácticamente medios, yo recuerdo esos años como los de modelismo inocente y feliz, simplemente montar y pintar como podía, disfrutando sin más.
Luego vino el parón universitario, en esos años no hice prácticamente nada, ha sido la única época de mi vida que no he hecho maquetas.
Una vez acabé la Universidad y empecé a trabajar, retomé el hobby con otras perspectivas, pude comprarme un aerógrafo, la herramienta “mágica”, era el Chaves AB300 con su compresor de membrana, cuanto le debemos al humilde Chaves AB300.
Luego me casé, me monte mi habitación, y ya me tomé el hobby en serio, vinieron los primeros artículos en Euromodelismo, los concursos, los premios, el reconocimiento… la explosión de Internet.
Pero eso ya es otra época, otra etapa, que seguramente acometa en otro post más adelante.
El modelismo se lleva o no se lleva dentro, si lo llevas sale de cualquier forma y por cualquier rendija, de hecho cualquier camino que elijas te lleva a él.
Si has conseguido leer todo este «ladrillo» enhorabuena y sobre todo gracias, muchas gracias.
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